miércoles, agosto 16, 2006

Despedidas

Hoy sopla poniente. Hay huellas de gaviota en la arena y las caracolas se amontonan en la orilla. El aire agita una sombrilla solitaria. El cielo pálido del verano se vuelve de un azul intenso que anuncia la llegada del otoño. El mar ya no es turquesa; es frío y verde y gris.
Una ráfaga hace volar la sombrilla, que cae al agua. Navega como una balsa con un mástil desnudo.
Los últimos turistas atrapan los rayos templados del sol. Las gotas de agua resbalan por la espalda de los bañistas más osados, formando meandros, y la sal dibuja estrías sobre las pieles tostadas.
La improvisada embarcación se aleja y los colores de su casco de tela se reflejan en la superficie brillante del mar.
Las olas baten el espigón y rompen en miles de diminutos cristales blancos, salpicando las rocas. El viento desplaza los cirros deshilachados.
A todos nos invade esa dulce melancolía de los atardeceres. Pero después de cada final siempre comienza otro ciclo. Y todos los principios son nuevos, como regalos. Y el otoño nos sorprenderá con sus hojas doradas en los árboles, sus paraguas de colores, su cielo gris y sus charcos, sus despertadores...
Y, aunque aún vendrán días calurosos y el sol nos saludará en alguna mañana brillante, nos hacemos a la idea de que se acaba el verano. Y nos despedimos –adiós, calor; adiós, vacaciones; adiós, sandalias...

Y el verano se nos escapa –como un puñado de arena– entre los dedos...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Poniente sopla frío y arrasa con las malas sensaciones. Reseca la tristeza, acartona los párpados y agrieta las palabras (también las de despedida)...
Anuncia un otoño (aún lejano) pero nos recuerda que todavía estamos en verano, y que como el huracán del oeste, se irá rápido...
Volverán a sonreír las gaviotas fosforescentes y a brotar los duendes junto a las malas hierbas...
Es uno de los vientos más groseros, por eso justamente es el más efímero de todos (y de los menos comunes en Málaga)
Si Benedetti cambia de estado de ánimo por la tranquilidad de los mares o el aspecto de los acantilados, tú puedes hacer que sople el terral, o el levante (con el que seguramente te encuentres este fin de semana), que se pare el viento o que nos aspire a todos hacia arriba...

Rocío dijo...

Gracias.