Por un momento, la había confundido conmigo. Pero no era yo. Era otra, y bien distinta. La prueba de ello es que si yo guiñaba mi ojo derecho, ella me guiñaba el izquierdo; si yo levantaba la mano izquierda, ella saludaba con mi derecha. Era zurda y siniestra para todo lo que yo soy recta y diestra.
Intenté un diálogo. En vano. No era una cuestión de primera y segunda personas, como yo había pensado al principio. Era una tercera persona, una extraña. Y no me entendía.
Totalmente ajena a mi presencia, se miraba en mi reflejo y ensayaba muecas y ademanes. ¿Se estaba burlando de mí?
Entonces, se puso seria. ¿Me habría oído? ¿Había escuchado mis pensamientos?
Poco a poco, las que me habían parecido diferencias evidentes se iban desdibujando, y los rasgos comunes me resultaban cada vez más desconocidos.
Nadie me había obligado, pero ahí estaba yo, repitiendo cada uno de sus movimientos, como si no tuviese voluntad propia. Que ella sacaba la lengua, yo la imitaba. Si arqueaba las cejas, yo hacía lo mismo. Si se encogía de hombros, yo repetía su gesto con igual indiferencia.
Así hemos estado un buen rato. Hasta que se ha cansado y se ha marchado del cuarto de baño. Y yo he hecho lo mismo.
Intenté un diálogo. En vano. No era una cuestión de primera y segunda personas, como yo había pensado al principio. Era una tercera persona, una extraña. Y no me entendía.
Totalmente ajena a mi presencia, se miraba en mi reflejo y ensayaba muecas y ademanes. ¿Se estaba burlando de mí?
Entonces, se puso seria. ¿Me habría oído? ¿Había escuchado mis pensamientos?
Poco a poco, las que me habían parecido diferencias evidentes se iban desdibujando, y los rasgos comunes me resultaban cada vez más desconocidos.
Nadie me había obligado, pero ahí estaba yo, repitiendo cada uno de sus movimientos, como si no tuviese voluntad propia. Que ella sacaba la lengua, yo la imitaba. Si arqueaba las cejas, yo hacía lo mismo. Si se encogía de hombros, yo repetía su gesto con igual indiferencia.
Así hemos estado un buen rato. Hasta que se ha cansado y se ha marchado del cuarto de baño. Y yo he hecho lo mismo.
4 comentarios:
Hola!
Qué bonito es este relato, ya que para mí, creo que es el mejor que tu has escrito en tu blog... jejeje
Lo cierto, es que nada más empezar a leer, me di cuenta que era una adivinanza, o así lo pensaba... jejeje pero un tanto raro, porque la respuesta es "el espejo". Pero claro, en cuanto a lo que dices de diferencias, tu hacías lo que hacía el espejo en lugar del viceversa... Un poquito confundida me dejas...
Aún así, es el relato que más me ha gustado. ¡¡¡FELICIDADES!!! Besos, Rocío GM
Me encanta tu blog. Además, de manera bastante integral. Es decir, contenido + comentarios. Fantástico. Ah. Y te ves muy mona de duende. Beso.
Me gustaría conocer a la tercera persona y a ti más...
BESOS
genial... muy bueno ¡¡ sigue escribiendonos, regalándonos...compartiéndote
esta selva que vive granada intensamente y te recuerda, dulce, entre el puerto y madrís
nos vemos el sábado en el libertad
me regalarás algún cuento ¡¡
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