miércoles, enero 21, 2009

Chuzos de punta

–Buenos días, soy el afilador. ¿Tiene usted algo que afilar?
–Pues… creo que no. ¡Ah, sí! ¡Espere! ¿Podría usted afilarme la lengua? Es que la tengo un poco roma y no logro criticar todo lo hirientemente que yo quisiera. Y el ingenio, por favor, que últimamente ando poco aguda. ¿Afila usted ingenios? Y verá… ¿podría usted afilarme un poco por aquí, el cuero cabelludo? Por mucho que me asuste, nunca se me ponen los pelos de punta.
–Esto… Me temo que no puedo ayudarle. Yo sólo afilo objetos metálicos, ¿no necesita afilar algún utensilio de hierro, de acero…?
–¿Objeto metálico? Pues… ahora que lo dice, sí. ¿Podría afilarme este cuchillo? Es que, con él, ni pincho ni corto.